miércoles, 7 de septiembre de 2011

EL LINAJE DE HERCULES





Por Leopoldo Lugones


Entre las deidades helénicas, Hércules, además de ser el antecesor de los paladines, fue uno de los grandes liróforos delpanteón. Y con esto, el numen más popular del helenismo. Más directamente que cualesquiera otros, los héroes y los trovadoresde España fueron de su cepa; pues sabido es que las leyendas medioevales, con significativa, simbólica alusión al carácter de la raza, considerábanle creador del estrecho de Gibraltar y fundador de Ávila. La herencia nos viene pues continua, explicando esto,mejor que ningún otro análisis, la índole caballeresca y las trascendencias de nuestra historia. 

Arruinada en Provenza durante el siglo XII, aquella civilización de los trovadores y de los paladines, estos últimos siguieronsubsistiendo en España, donde eran necesarios mientras durase la guerra con el moro; de suerte que al concluir ésta, tuvieron enel sincrónico descubrimiento de América, la inmediata y postrera razón de su actividad. Así vinieron, trayendo en su carácter detales, los conceptos y tendencias de la civilización que les fue peculiar, y que rediviva en el gaucho, mantuvo siempre vivaz el linaje hercúleo.

 Y no se crea que esta afirmación comporta un mero ejercicio del ingenio. Nuestra vida actual, la vida de cada uno de nosotros,demuestra la existencia continua de un ser que se ha transmitido a través de una no interrumpida cadena de vidas semejantes.Nosotros somos por ahora este ser: el resumen formidable de las generaciones. La belleza prototípica que en nosotros llevamos,es la que esos innumerables antecesores percibieron; innumerables, porque sólo en mil años son ya decenas de millones, segúnlo demuestra un cálculo sencillo. Y de tal modo, cuando el prototipo de belleza revive, el alma de la raza palpita en cada uno denosotros. Así es como Martín Fierro procede verdaderamente de los paladines; como es un miembro de la casta hercúlea. Esta continuidad de la existencia que es la definición de la raza, resulta así, un hecho real. Y es la belleza quien lo evidencia, al noconstituir un concepto intelectual o moral, mudable con los tiempos, sino una emoción eterna, manifiesta en predileccionesconstantes. Ella viene a ser, así, el vínculo fundamental de la raza.

El ideal de belleza –o sea la máxima expansión de vida espiritual (pues para esto, para que viva de una manera superior,espiritualizamos la materia por medio del arte), la libertad– propiamente dicho, constituyó la aspiración de esos antecesoresinnumerables; y mientras lo sustentamos, dámosles con ello vida, somos los vehículos de la inmortalidad de la raza constituida porellos en nosotros. El ideal de belleza, o según queda dicho, la expansión máxima de la vida superior, así como la inmortalidad, quees la perpetuación de esa vida, libertan al ser humano de la fatalidad material, o ley de fuerza, fundamento de todo despotismo.Belleza, vida y libertad, son, positivamente, la misma cosa

Ello nos pone al mismo tiempo en estado de misericordia, para realizar la obra más útil al mejoramiento del espíritu: aquella justicia con los muertos que según la más misteriosa y por lo tanto más simbólica leyenda cristiana, Jesús realizó, sin dilaciónalguna, apenas libre de la envoltura corpórea, bajando a consolarlos en el seno de Abrahán. Son ellos, efectivamente, los quepadecen el horror del silencio, sin otra esperanza que nuestra remisa equidad, y lo padecen dentro de nosotros mismos,ennegreciéndonos el alma con su propia congoja inicua, hasta volvernos cobardes y ruines. La justicia que les hacemos es acto augusto con el cual ratificamos en el pasado la grandeza de la patria futura; pues esos muertos son como largos adobes que van reforzando el cimiento de la patria; y cuando procedemos así, no hacemos sino compensarles el trabajo que de tal modo siguen realizando en la sombra. 

Así se cumple con la civilización y con la patria. Movilizando ideas y expresiones, no escribiendo sistemáticamente en gaucho. Estudiando la tradición de la raza, no para incrustarse en ella, sino para descubrir la ley del progreso que nos revelará el ejercicio eficaz de la vida, en estados paulatinamente superiores. Exaltando las virtudes peculiares, no por razón de orgullo egoísta, sino para hacer del mejor argentino de hoy el mejor hombre de mañana. Ejercitándose en la belleza y en la libertad que son para nuestra raza los móviles de la vida heroica, porque vemos en ella el estado permanente de una humanidad superior. Luchando sin descanso hasta la muerte, porque la vida quieta no es tal vida, sino hueco y sombra de agujero abierto sin causa, que luego tomanpor madriguera las víboras.

Formar el idioma es cultivar aquel robusto tronco de la selva para civilizarlo, vale decir, para convertirlo en planta frutal; no divertirse en esculpir sus astillas. Cuanto más sabio y más bello sea ese organismo, mejor nos entenderán los hombres; y con ello habráse dilatado más nuestro espíritu. La belleza de la patria no debe ser como un saco de perlas; sino como el mar donde ellas nacen, y que está abierto a todos los perleros. Detenerse en el propio vergel, por bello que sea, es abandonar el sitio a los otros dela columna en marcha. De ello nos da ejemplo el mismo cantor cuyas hazañas comentábamos. Penas, destierro, soledad, jamáscortaron en sus labios el manantial de la poesía. Y hasta cuando en la serena noche alzaba la vista al cielo, era para pedirle el rumbode la jornada próxima, junto con aquella inspiración de sus versos, que destilaba en gotas de poesía y de dolor, la viña de oro delas estrellas.

Extractado del libro "El Payador"

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