Por José María Rosa
He recorrido un conocido Diccionario Histórico Argentino en varios tomos. Busco el artículo sobre Alberdi de ese diccionario y leo: “escritor nacido el 20 de agosto de 1810”. Es un error, pues nació el 29 de agosto; pero puede tratarse de una errata de imprenta. Sigo: “ingresó en el Colegio de Ciencias Morales donde tuvo como condiscípulos a Esteban Echeverría y Vicente Fidel López”.
Ninguno de los dos pudo ser condiscípulo de Alberdi: cuando el tucumano ingresaba en 1825 a Ciencias Morales, don Esteban viajaba rumbo a París. Y López era mucho menor que él. Sigo: “cursó estudios en la Facultad de Derecho de Córdoba donde se recibió de abogado”.
Alberdi estudió en la Facultad de Derecho de Buenos Aires la carrera de doctor en jurisprudencia, pero no llegó a terminar los estudios: no se recibió de doctor ni aquí, ni en ninguna parte, simplemente se apropió el título de doctor con la misma rigidez facial que lo hiciera Vélez Sarsfield que tampoco fue doctor. “Abogado” no era en esos tiempos un título universitario, sino la facultad para abogar: lo daba la Cámara de Apelaciones a los doctores que hubieran hecho tres años de práctica.
Alberdi obtuvo por favor del gobierno de Rivera en 1839 la facultad de abogar en Montevideo, sin ser doctor y sin acreditar práctica; algo semejante consiguió en 1821 Vélez Sarsfield del gobierno de Bustos en Córdoba, por mediación de su cuñado Ortiz, secretario de Facundo Quiroga. El solo título de ambos era bachiller de leyes, que daba la Universidad de Córdoba después de un ligerísimo examen. Alberdi no cursó estudios en Córdoba: aprovechó una parada en un viaje de Tucumán para hacerse dar en 1834, mediante una recomendación del gobernador tucumano Heredia, ese título que equivalía a poco menos del actual de “procurador”. Sigo con el Diccionario: “perseguido por el gobierno de Rosas debió refugiarse en el extranjero”.
Abro los Escritos póstumos del mismo Alberdi, tomo XII, página 478 y leo: “Emigrados espontáneamente, sin ofensas ni odios para nadie sin motivos personales, tan solo por odio a la tiranía. Ni a la persona ni a la administración del señor Rosas tenemos que dirigir quejas personales de injurias que jamás nos hicieron”. Sigo con el Diccionario: “...El Dogma Socialista, en el que había redactado el punto decimotercero relativo a Confraternidad de principios.” No era punto, sino palabra; no era decimotercera, sino decimoquinta; no era Confraternidad de principios, sino Abnegación de las simpatías; y finalmente la publicación de Alberdi en 1841 no recibió el nombre Dogma Socialista, que solamente le daría Echeverría en 1846, sino Código o Declaración de principios de la Joven generación que constituyen la Ciencia Social de la República Argentina.
Voy a tirar el Diccionario, pero me aventuro a seguir un poco más: “ese pensamiento se había manifestado en el fragmento preliminar al estudio del derecho, tesis doctoral cuyas ideas provienen de Savigny a través de Lemercier”. Ni Fragmento fue tesis doctoral, ni sus ideas provienen de Lemercier sino de Lerminier. Entonces, en definitiva, tiro el Diccionario.
Extractado de "El Revisionismo responde" Buenos Aires, Ed. Pampa y Cielo, 1964
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